jueves, 27 de enero de 2011

Hospital de San Carlos

El sábado 22 cumplió jtatic Conrado S.J., como se encontraba en una comunidad lejana oficiando una boda y llegó hasta la noche; se festejó, aquí en la misión, el domingo 23 a la hora de la comida.
Cuando la comida estaba por terminar, y jtatic tenía que apurarse para la misa de la tarde, llegó una visita un tanto inesperada: un joven matrimonio y su hijo.
El niño se había quemado el costado (2° grado) y los padres habían buscado atención médica para su hijo, la cual es muy escasa en el municipio de Chilón. Finalmente, encontraron un médico (creo que del sistema público de salud) quien sólo le aplicó una gasa a la quemadura, con eso prácticamente le "pegó" la gasa a la piel. El papá fue hasta Yajalón (municipio pegado a Chilón), buscando otro doctor que le atendiera el niño y le corrigiera el error del otro, pero el precio por ello era demasiado alto (servicio particular), entonces fueron a la misión. Llevaban ya dos o tres días buscando asistencia médica. La madre, embarazada, tenía un rostro marcado por la desolación y el extravío, batalló para reaccionar en varias ocasiones.
Como jtatic tenía que oficiar misa, nos envió a los prenovicios Elías y Pancho y mí, el voluntario, hacia Altamirano; donde se encuentra el Hospital San Carlos. Manejamos cerca de 2 horas (quizás un poco más) por caminos sinuosos y en no muy buen estado, hasta llegar al Hospital San Carlos, donde atendieron al niño y permitieron a los padres quedarse en el albergue.
El Hospital San Carlos es como un oasis en medio del desierto; es atendido por las Hermanas de la Caridad (de San Vicente de Paul). Tiene algunos detalles interesantes, como un albergue para los familiares de los enfermos y les permite estar en todo momento con los enfermos (no sólo una persona a ratos); pues entre los tzeltales, la soledad es causa de enfermedad.
El hospital fue construido gracias a donativos de holandeses, nos explicó la hermana superiora mientras nos daba un recorrido; y se mantiene básicamente con donativos, pues sólo cobran a cada atendido según sus posibilidades. Cuando Pancho preguntó si venía alguna ayuda por parte del gobierno, la hermana (una persona sumamente amable y sonriente), sólo sonrió y nos dijo "al contrario, nos quitan recursos".
Una vez terminado el recorrido, ya asegurada la familia, regresamos Pancho, Elías y yo a la misión, obviamente el viaje de regreso fue mucho más callado, no pudimos olvidar el rostro dolorosamente extraviado de una joven madre.

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